Vía para la búsqueda de acuerdos es fortalecer sindicatos y negociación colectiva.
La propuesta de flexibilidad laboral anunciada por el Gobierno, con el objeto de sortear eventuales repercusiones de la coyuntura internacional en el empleo, es un traje a la medida del empresariado cuya oportunidad no aparece clara.

Por una parte tenemos autoridades que recalcan la solidez y los positivos indicadores del país, pero luego hablan de medidas anti-crisis y de proyectos de leyes especiales. Parece que hay una receta a la hora de hacer anuncios y otra a la hora de enfrentar dificultades.
Sin tener a la vista, en forma nítida, los riesgos de contagio de nuestro país, la propuesta pareciera tener por objeto frenar las expectativas de los trabajadores con miras a la fijación del sueldo mínimo y las negociaciones laborales tanto el sector público como en el ámbito privado.
Respecto del mecanismo anunciado por el Ejecutivo, no es razonable que se plantee una solución permanente y dirigida por un Consejo de Expertos.
Las respuestas frente a situaciones económicas excepcionales son políticas y temporales, por lo que no corresponde establecer soluciones de largo plazo, menos aún a cargo de entidades técnicas.
Si se quiere establecer mecanismos de flexibilidad laboral que tengan sustento en el tiempo, legitimidad y apoyo parlamentario, la vía es el fortalecimiento de los sindicatos y la negociación colectiva. Es impulsando la organización y promoviendo el diálogo al interior de las empresas, como se pueden gestar acuerdos reales y no impuestos, que persigan abordar las dificultades en conjunto, entre empleadores y trabajadores.
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