junio 11, 2012

La propuesta de flexibilidad laboral del Gobierno es un traje a la medida del empresariado.

Vía para la búsqueda de acuerdos es fortalecer sindicatos y negociación colectiva.

La propuesta de flexibilidad laboral anunciada por el Gobierno, con el objeto de sortear eventuales repercusiones de la coyuntura internacional en el empleo, es un traje a la medida del empresariado cuya oportunidad no aparece clara.

Debe comenzar sincerándose el debate respecto de un eventual impacto de las contingencias externas, particularmente europeas, en nuestra economía.

Por una parte tenemos autoridades que recalcan la solidez y los positivos indicadores del país, pero luego hablan de medidas anti-crisis y de proyectos de leyes especiales. Parece que hay una receta a la hora de hacer anuncios y otra a la hora de enfrentar dificultades.

Sin tener a la vista, en forma nítida, los riesgos de contagio de nuestro país, la propuesta pareciera tener por objeto frenar las expectativas de los trabajadores con miras a la fijación del sueldo mínimo y las negociaciones laborales tanto el sector público como en el ámbito privado.

Respecto del mecanismo anunciado por el Ejecutivo, no es razonable que se plantee una solución permanente y dirigida por un Consejo de Expertos.

Las respuestas frente a situaciones económicas excepcionales son políticas y temporales, por lo que no corresponde establecer soluciones de largo plazo, menos aún a cargo de entidades técnicas.

Si se quiere establecer mecanismos de flexibilidad laboral que tengan sustento en el tiempo, legitimidad y apoyo parlamentario, la vía es el fortalecimiento de los sindicatos y la negociación colectiva. Es impulsando la organización y promoviendo el diálogo al interior de las empresas, como se pueden gestar acuerdos reales y no impuestos, que persigan abordar las dificultades en conjunto, entre empleadores y trabajadores.

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