Los chilenos están pagando las consecuencias del sectarismo del actual Gobierno.
Durante el año 2010 hubo más de 8.000 despidos en la administración pública. A mi juicio, ello explica, en buena medida, el notorio retraso que presenta la
ejecución presupuestaria del Gobierno durante el año 2011.
La discusión del Presupuesto 2012 ha puesto en evidencia
una demora generalizada en la implementación de los programas en los distintos
ministerios y servicios públicos, la que alcanza niveles preocupantes. Así, por ejemplo, en los planes de prevención del delito se ha gastado sólo el 1,5% de lo comprometido. Otro tanto ocurre en inversión en
los ministerios de educación y salud.
Ello ocurre, en todos los planos y niveles, tanto en lo nacional, como en regiones. Tenemos casos como Magallanes donde ni siquiera se llega al 50% cuando estamos finalizando el año.
El año recién pasado, aún con las nuevas
autoridades recién instaladas, no se registró el nivel de ineficiencia en el
gasto que se advierte durante este año, en que existe un rezago muy
masivo y transversal en la casi totalidad de
los programas y, particularmente en los gobiernos regionales.
La explicación debemos buscarla el 2010, cuando se privó de sus cargos a miles de buenos funcionarios por
consideraciones exclusivamente políticas, mientras se valoraba su cometido. En la práctica, eran ellos quienes llevaban adelante las labores operativas de
ministerios y servicios.
En su lugar, se trajeron operadores
políticos de la UDI y RN y, también, personal técnico, pero sin experiencia en
la gestión del aparato del Estado. La consecuencia es esta grave ineficiencia en la ejecución del presupuesto para
lo cual ahora se adoptan medidas desesperadas que no aseguran la calidad de las
inversiones.
Estamos viendo transferencias
apresuradas en diversas reparticiones con el objeto de
mejorar los indicadores, pero sin discutir mayormente la calidad y pertinencia de los proyectos. Hoy todos los chilenos
están siendo perjudicados por el sectarismo del actual
Gobierno.
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