Señor Presidente, Honorables Colegas:
Hoy 27 de Julio se conmemoran 90 años de uno de los hechos más trágicos y lamentables que recuerde la historia sindical chilena y la historia de
Se vivía un contexto complejo. A nivel internacional, la revolución rusa había significado un profundo impacto. Los movimientos populares se encontraban en ascenso en todo el orbe y cundía una gran preocupación en los sectores más conservadores y grupos gobernantes.
En nuestro país, el Gobierno de Sanfuentes culminaba con dificultades y Arturo Alessandri figuraba como gran favorito para las elecciones, encarnando, precisamente, a los sectores más desposeídos. En medio de esa situación, con el probable objeto de distraer la atención y de alejar de Santiago a buena parte de la tropa adicta al León de Tarapacá, el Ministro de Defensa de la época, Ladislao Errázuriz, arguyó un posible conflicto con el Perú y ordenó movilizar parte del Ejército al norte.
En todo el país se generó una gran incertidumbre. Sectores de la burguesía respaldaban al Gobierno ante este artificial impasse con el vecino país, en tanto estudiantes y sindicalistas, de vocación pacifista, estimaron que el suceso era un volador de luces, rechazaban la militarización del país y exigían, en cambio, respuestas y soluciones a la crisis social.
El Gobierno se enfrascó en una áspera disputa con los estudiantes. Producto de la crispación la sede de
Magallanes no fue la excepción.
El domingo 25, se efectuó en
Paralelamente, a unas cuadras, en la sede de
El tenso clima que se vivía ya desde días anteriores dio paso a un germen de violencia. Al término del mitin de
Los hechos no pasaron a mayores. Pero sí ocurriría al día subsiguiente.
La madrugada del 27 de julio, aproximadamente a las 2 de la mañana, efectivos militares y policiales, unidos a las denominadas guardias blancas, grupos de civiles adictos a
Los reportes de la época cuentan que cerca de las 3 de la madrugada, los asaltantes abrieron fuego contra la sede obrera. Tras una hora de disparos, derrumbaron las puertas e incendiaron la casona. Hubo una débil resistencia desde el interior.
La sede resulta enteramente quemada. También la imprenta del Diario El Trabajo que funcionaba en el mismo lugar. Las dependencias del Diario “El Socialista”, a pocas cuadras, fue también siniestrada. Hogares de dirigentes sindicales también sufrieron los embates de las hordas.
Al día siguiente, la ciudad amaneció bajo el estado de sitio y censura de prensa, decretado por el Gobernador. La ciudadanía permanecía atemorizada y se insinuaban protestas laborales, fundamentalmente de los gremios mineros, en solidaridad con los obreros asesinados. En los días siguientes empleadores y las autoridades se encargaron de reprimir el movimiento y perseguir a sus organizadores.
Se desconoce cabalmente la cantidad de muertos y heridos producto de estos siniestros hechos. El episodio impactó profundamente por su violencia. Investigaciones posteriores desentrañaron los pormenores de los hechos, aunque fracasaron en la determinación de sus responsables.
El fuerte movimiento sindical de la zona sufrió un duro golpe del que no podría recuperarse. Al menos no con la fuerza y masividad que tuvo en los años anteriores.
Hoy 90 años después, en Magallanes se sigue recordando estos sucesos. A las tradicionales ofrendas a los mártires en el cementerio local se sumó este año la reinauguración de
Por lo anterior, he querido recordar este episodio histórico en el Senado de
Muchas gracias.