
Los ajustes en el balance que realiza ENAP - y para lo cual anunció este plan de desvinculaciones - tienen por objeto mejorar sus cifras con el objeto de avanzar en la incorporación de capital privado, lo que constituye el comienzo de la enajenación de la empresa.
Cuando se incorpora la presencia privada, aún en un porcentaje reducido, como el 5, 10 ó 20%, se rompe el principio de la propiedad estatal y de allí en adelante la discusión es meramente numérica.
La nueva administración de la empresa, bajo el actual Gobierno, ha optado por el camino más fácil, sin reconocer el carácter estratégico que el tema energético tiene para el país. En lugar de buscarse la privatización se debiera avanzar hacia la transformación de ENAP en una gran Empresa Nacional de Energía, que amplíe su giro a la comercialización directa de combustibles y que se enfoque hacia las energías alternativas.
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