agosto 12, 2009

Seguiremos esperando una regionalización en serio.

Avanzar en la regionalización es un desafío ineludible. Ello ha sido planteado recientemente por la OCDE, como una grave falencia del sistema político chileno, pero más aún es reconocida por los habitantes de las regiones como una de sus reivindicaciones más sentidas. Aspiramos a aumentar las competencias y atribuciones locales como una forma de acercar las decisiones, terminar con el centralismo que nos agobia y profundizar la democracia.
El Senado analiza una reforma a los Gobiernos Regionales. Lamentablemente, ella es decepcionante y básica. Hay elementos que son muy insuficientes y otros definitivamente mal pensados.
Acaso lo único positivo, es la elección democrática de los consejeros regionales, que pone término al engorroso y poco transparente sistema indirecto, que ha producido graves escándalos con denuncias de cohecho y compra de votos.
Lamentablemente, no puede decirse lo mismo de otras enmiendas. Soy partidario de la elección del Intendente por voto popular, que sea a la vez Presidente del Consejo y líder del Gobierno Regional, lo que propuse y fue rechazado por la Comisión. En su lugar, se consagró un mecanismo anómalo donde el Intendente es la máxima autoridad regional y representante del Presidente de la República, pero tiene al frente un Presidente del Consejo, elegido por los Consejeros. Ello sólo generará polémicas permanentes.
Se argumenta que la elección de Intendentes pone en riesgo el Estado unitario. Si alguien quiere llamarlo federalismo, me da lo mismo; yo creo que esa es descentralización y regionalización en serio, con respeto y no con temor a los ciudadanos.
A Magallanes le vendría muy bien un Intendente elegido, como fuerza y legitimidad para hacerse escuchar y con capacidad de gestión para priorizar propuestas y llevar adelante la inversión de decisión local.
Otro error es la transferencia de atribuciones de los gobiernos regionales. Lo que se intenta es un avance, pero tímido. Se crea un extraño procedimiento en que los Consejos Regionales piden la transferencia por un quórum muy elevado, el Presidente acepta o deniega, teniendo como árbitro último al Senado.
¿Por qué no se traspasan derechamente las facultades, como lo propuse en una indicación? ¿Por qué esta desconfianza en las regiones? Es presumible que el Presidente de la República y el Senado sucumban ante las regiones densamente pobladas y, en cambio, sean más reticentes con regiones pequeñas.
Seguiremos esperando una regionalización en serio.